Creo que es la primera vez que escribo sobre el cólico del lactante, ese molesto trastorno que pone a llorar a los bebés cada tarde, para angustia de sus atribulados padres. Y voy a empezar al revés. Voy a empezar por lo que no hay que hacer.
El cólico del lactante es un trastorno del que no se conoce la causa, y que se diagnostica solo por los síntomas:
- bebé de mas de 3 semanas de vida,
- que llora durante 3 horas al día
- durante al menos 3 semanas.
Un trastorno para el que no hay tratamiento definitivo, y si muchos remedios de dudosa eficacia.
Un trastorno que, por suerte, no reviste gravedad alguna y acaba desapareciendo por si solo.
Pero un trastorno auténticamente desesperante.
Hace unos meses, una familia muy cercana en el corazón pero muy lejos en la distancia, tenía un bebé.
Después de un inicio de lactancia tormentoso, con ingreso por deshidratación e ictericia incluidos, resultó que la peque empezó a llorar por las noches. Una noche sí y otra también. Múltiples visitas a urgencias. Múltiples recetas y pócimas anticólicos. Múltiples noches sin dormir. Desesperación.
Y al final, lo que tenía que pasar. La mamá del parque que le recomienda un conocido pediatra que cura el cólico en una sola visita. Cita y visita al renombrado colega y la solución mágica:
La famosa fórmula de Marfan. Un clásico para el tratamiento del cólico, con tintura de belladona como principal ingrediente activo. Extraída de esta bonita flor: Atropa belladona. Bonita pero mortífera, como su nombre en inglés sugiere: deadly nightshade
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La tintura de belladona se supone que calma el cólico por su efecto relajante de la musculatura lisa intestinal, pero los efectos secundarios incluyen taquicardia, visión borrosa, dilatación de pupilas, retención urinaria, desorientación, delirio, alucinaciones, incluso convulsiones.
Estos efectos secundarios son tan potencialmente graves, que las guías mas actuales de tratamiento, que analiza los distintos productos disponibles para el cólico ya ni siquiera la mencionan. (Versión para padres en este enlace)
Las intervenciones sobre la alimentación también han sido un clásico para el tratamiento del cólico. Y como no podía ser de otra manera en este caso, la solución mágica consistía en que nada de lactancia a demanda, «que se descontrola y no le da tiempo a hacer la digestión». Había que limitar las tomas a 10 minutos cada 3 horas y estricto descanso nocturno. Ya sabéis que no hay nada mejor para cargarse una lactancia que limitar las tomas y restringir las tomas nocturnas.
Por suerte fue pasarles el enlace con los riesgos de la belladona y desistir del fantástico tratamiento.
Mucha paciencia y un popurrí de medidas fáciles e inofensivas (que ya os contaré en la próxima entrada), mientras el tiempo va pasando y el trastorno acaba por resolverse por si mismo son suficientes en la gran mayoría de las ocasiones.