Cuando ponemos una vacuna, el sistema inmune reacciona produciendo anticuerpos contra el virus o bacteria contra los que vacunamos. Esos anticuerpos irán disminuyendo progresivamente con el tiempo, pero las células encargadas de producirlos ya saben como fabricarlos.
Si en algún momento entramos en contacto con el germen, éstas células se pondrán a trabajar rápidamente, produciendo gran cantidad de anticuerpos para neutralizar el germen y evitar la infección.
No todas las vacunas son iguales y por lo tanto, no todas actúan de la misma manera sobre el sistema inmune. Algunas son mas potentes y con la primera dosis ya producen una respuesta que puede durar toda la vida. Otras precisan 3,4,5 dosis, incluso recuerdos periódicos para no perder la protección.
Vacunarse es como hacer ejercicio: estamos entrenando a nuestras defensas.
- Algunos deportes precisan continuidad: no terminaremos una maratón si no corremos casi todos los días.
- Otros solo requieren aprender la técnica y ya la podremos practicar toda la vida, como montar en bici.
¿Que pasa si falta alguna dosis?
Ésta pregunta está de plena actualidad a raíz de la retirada de las farmacias de la vacuna de la varicela. Muchos niños solo habían recibido una dosis cuando se retiró y los padres se preguntan, ¿Y ahora que pasa?
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Una sola dosis puede ser suficiente para proteger contra formas graves de la enfermedad, al menos durante un tiempo. La recomendación de los expertos es poner la primera dosis a los 12 meses y la segunda entre los 2 y los 3 años de vida. Por lo tanto, es de suponer que durante al menos 2 años la protección es suficiente. Pero es que a veces esa primera dosis no es efectiva, y no podemos saber si es nuestro caso. Como estamos hablando de probabilidades, como decía un profesor mío, si te toca a ti enfermar, tienes el 100% .
Si durante el tiempo que pasa entre que se administran las 2 dosis el niño entra en contacto con el virus, pueden pasar 2 cosas.
- Que la inmunidad generada por la primera dosis sea suficiente y no desarrolle la enfermedad. El contacto con el virus sirve de refuerzo natural de la inmunidad, pero sigue siendo necesario administrar la segunda dosis.
- Si la inmunidad no es suficiente puede desarrollar la enfermedad. La gravedad de la misma es muy variable. Lo mas frecuente es que sea una enfermedad leve, y mas breve que la infección normal. Un pequeño porcentaje de niños pasará una varicela normal, con todas sus manifestaciones, aunque con pocas probabilidades de formas graves. Una forma muy leve de la enfermedad puede hacer que ésta pase prácticamente desapercibida, el niño siga haciendo su vida normal, y contagie a todos sus contactos. En ninguno de estos casos es necesario administrar la segunda dosis, y ante la duda es preferible administrarla.
Con el aumento del número de casos tras la retirada de la vacuna se están viendo niños menores de un año con varicela. En estos casos habrá que individualizar si es necesario vacunar o no, porque a veces no quedan suficientemente protegidos, a pesar de haber pasado la infección natural.
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