No soy una pediatra pro-lactancia. No me gusta la expresión. Es como decir que soy una pediatra pro-antibiótico para la meningitis, o pro-adrenalina para la anafilaxia.
Solo pretendo estar al día y recomendar a mis pacientes lo mejor según los conocimientos actuales. Ya se sabe que la ciencia evoluciona y que lo que se recomendaba hace 10 años a lo mejor ahora está contraindicado o ha cambiado sustancialmente.
Por eso no soy pro-lactancia. Solo recomiendo la lactancia porque hoy por hoy, todos los estudios demuestran que no solo es el mejor alimento para el bebé, sino que además previene infecciones en la infancia, enfermedades como la diabetes o la obesidad en la edad adulta, incluso mejora la capacidad intelectual.
Para favorecer la lactancia hay que hacer algunos cambios en el modo de criar al bebé. Favorecen la lactancia el contacto piel con piel tras el parto, la lactancia a demanda, el colecho.
Para hacer adecuadamente el contacto piel con piel precoz, los pediatras hemos tenido que aprender a no intervenir en el parto. Quedarnos en la retaguardia y observar. Casi nunca tenemos que hacer nada porque la mayoría de los niños nacen sin complicaciones. Y si hay que intervenir, hacerlo de tal manera que afecte lo menos posible.
La lactancia a demanda nos hace fomentar el colecho, ya que la madre descansa mejor si tiene al niño en la cama y no tiene que levantarse a amamantarlo en su cuarto. Hemos tenido que leer y releer todo lo que se publica sobre colecho y lactancia, y sobre colecho y muerte súbita, y no dejar de insistir en las medidas preventivas de la muerte súbita para que el colecho sea una práctica segura.
La lactancia a demanda obliga a la madre a pasar todo su tiempo con el bebé, para poder estar disponible cuando la reclame: a demanda es a demanda. Cuando el bebé pida. Si van a pasar todo el tiempo juntos, el estilo de crianza con apego es la opción mas razonable.
Entonces surge la pregunta ¿y no se va a acostumbrar a los brazos?
Claro que sí.
Pero ¿es eso un problema?
El problema no es que el niño se acostumbre a los brazos. Los brazos son para él su refugio, su fuente de seguridad, alimento, amor. ¿Quien no se acostumbraría a un paraíso así?
El problema no es que se acostumbre a los brazos.
El problema es que no le demos la oportunidad de «soltarse». Bajar de los brazos y echar a andar. Explorar el mundo cuando pueda. Hacerse cada vez mas autónomo. Para eso tenemos que superar nuestro miedo a «soltar». Reconocer las señales de que ya está preparado y dejar ir.