Sabemos que la piel infantil tiene memoria y que la exposición al sol en la infancia conlleva un aumento de riesgo de cáncer de piel en la edad adulta, por lo que se recomienda no exponer al sol a los menores de 6 meses y limitar al máximo la exposición durante toda la infancia, sobre todo los primeros 3 años.
Pero la exposición al sol es prácticamente inevitable durante el verano, sobre todo si vamos a la playa o a la piscina, por lo que la protección solar resulta imprescindible.
Además de evitar la exposición durante las horas centrales del día, de 11 a 16h, buscar la sombra siempre que sea posible, aplicar la crema en cantidad suficiente y reponer a las 2 horas o antes si se han bañado, tendremos que buscar un protector solar adecuado para cada tipo de piel.
El factor de protección solar.
La radiación solar se descompone en varios tipos según su longitud de onda, pero las que nos interesan son las radiaciones ultravioletas tipo A y B. Las radiaciones UVB son el tipo de radiación más peligrosa porque, aunque penetra muy poco en la piel, puede producir quemaduras y tiene alta capacidad para producir cáncer de piel. Las radiaciones UVA penetran más profundamente en la piel produciendo el bronceado, pero dañan el material genético celular, aumentando también el riesgo de cáncer. El factor de protección solar nos informa del nivel de protección de la crema contra los rayos UVB. Un factor 50 nos indica que, si nuestra piel se pone roja en 1 minuto sin protección, con un factor 50 tardaría 50 minutos en ponerse roja. Las pieles más claras tardarán menos tiempo en ponerse rojas bajo los efectos del sol y van a precisar un factor de protección más alto. La protección contra los rayos UVA no está tan bien definida y sabremos que la crema protege adecuadamente contra este tipo de radiación cuando la palabra UVA esté rodeada por un círculo.
Filtros minerales o químicos.
Aunque habitualmente hablamos de filtros físicos o químicos, esta denominación no es realmente correcta, ya que realmente todos los filtros son sustancias químicas, por lo que sería más correcto llamarlos filtros inorgánicos o minerales (en lugar de físicos) y filtros orgánicos (en lugar de químicos). La diferencia es que los filtros minerales actúan a modo de barrera física, reflejando los rayos solares, como si proyectaran una sombra, mientras que los filtros orgánicos reaccionan con la radiación transformándola en calor.
Filtros a evitar en los más pequeños y en atópicos.
La piel de los más pequeños es más fina y permeable y por eso, a pesar de que las partículas de los protectores solares son relativamente grandes, existen algunos protectores que deberíamos evitar para minimizar el riesgo de absorción. En pieles delicadas y atópicas, algunos protectores podrían producir reacción, por lo que se recomienda evitar los que contengan:
Oxibenzona (o benzofenona 3) por su capacidad de atravesar la piel, ya que se ha detectado en orina o en leche materna después de su aplicación. Aunque no se han visto efectos clínicos, se recomienda evitar su uso en embarazadas, madres lactantes y niños pequeños.
El octocrileno es un filtro muy utilizado gracias a que absorbe radiación UVA y UVB, mejora la eficacia de otros filtros y es resistente al agua, pero puede producir reacciones alérgicas y fotoalérgicas, sobre todo en niños con dematitis.
También se deberían evitar las formas nano de los filtros minerales más utilizados, como el óxido de titanio o el óxido de zinc. Estas sustancias son muy seguras, de hecho, se usan ampliamente en niños, por ejemplo, en cremas de pañal. Como protectores son muy eficaces, aunque dejan esa característica capa blanca que los hace poco agradables de usar. Par evitar ese inconveniente se han reformulado en forma de nanopartículas, de modo que la textura sea más ligera y sean visualmente más estéticos, pero al disminuir el tamaño de las partículas se ha recomendado no utilizar en los más pequeños por el teórico riesgo de aumentar el riesgo de absorción a través de la piel.
Cómo y cuándo aplicar el protector solar.
El protector solar debe aplicarse antes de salir de casa, aunque no es necesario que sea 30 minutos antes de la exposición solar como se decía hasta hace unos años ya que con 5 minutos parece ser suficiente. Se debe aplicar generosamente en cantidad adecuada y cubrir con cuidado todas las zonas que van a quedar expuestas, incluso las orejas, los dedos de los pies o la parte superior del labio. Hay que volver a aplicar a las 2 horas y siempre después del baño y tras jugar con la arena. Aunque existen protectores water resistant que mantienen su eficacia protectora durante 40 minutos dentro del agua, o water proof, efectivos durante 80 minutos, al salir del agua habrá que volver a aplicarlo también.
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