El niño «no echa los mocos»
Muchas madres vienen preocupadas a la consulta porque su pequeño «no echa los mocos».
Habría que aclarar en que consiste «echar los mocos».
Si consideramos que el niño echa los mocos cuando estos salen por la nariz, esto solo sucede en las primeras fases del catarro, cuando lo que predomina es la rinitis, y el moco es entonces clarito y fluido.
En los siguientes días se hará mas espeso, incluso verde, hasta que finalmente desaparezca de la nariz (o se vuelva otra vez líquido y transparente, indicando que se ha producido una nueva infección y todo el proceso ha empezado de nuevo)
Los mocos «le han bajado al pecho «
Pasadas estas primeras fases del catarro, cuando los síntomas son predominantemente de vías altas (estornudos, moco nasal), los mocos «bajan al pecho». Esta fase del catarro sucede al 2º o 3º día y es entonces cuando los niños que han tenido una bronquiolitis, pueden volver a tener sibilancias, pitos o ruidos en el pecho, con mas o menos dificultad respiratoria, y pueden precisar inhaladores u otros tratamiento.
En los niños sin antecedentes de bronquiolitis, bronquitis o sibilancias con los catarros, esta fase también se produce. Pero en este caso solo se escuchan ruidos en el pecho como si tuviera mocos, pero ahora «no los echa». Es entonces cuando surge la preocupación.
No hace falta hacer nada en esta fase. Ese moco no saldrá por la nariz. Si el niño tiene fuerza suficiente, con la tos lo hará subir por las vías respiratorias y a veces (muy raramente) lo escupirá, y otras veces (lo mas frecuente) se lo tragará, pero no volverá al pulmón, no se acumula, no pasa nada.
Si el niño es mas pequeñito, difícilmente conseguirá movilizar esos mocos con la tos. En esos casos probablemente tampoco pase nada, solo escucharemos ese ruido característico de secreciones cuando el niño respira y a veces, si la tos es mas intensa, conseguirá expulsar mocos con la tos, o desencadenará un vómito.
¿Y si se come los mocos?
Tampoco pasa nada. Los mocos son mayoritariamente agua. De hecho son un 95-98 % agua, 1-2 % electrolitos (sales minerales) y un 2-3% proteínas. Estas proteínas son las que confieren al moco sus propiedades de viscosidad y protección contra infecciones por su contenido en inmunoglobulina A, lactoferrina, lisozima y calicraína. Y las proteínas, en el estómago, serán digeridas igual que un chuletón (salvando las distancias)