La epidemia anual de gripe está a la vuelta de la esquina y se pone en marcha un año más la campaña de vacunación. La vacuna de la gripe es especialmente importante en personas que tienen riesgo de sufrir una enfermedad grave pero también en algunas personas sanas, incluidos los niños.
Se deberían vacunar las personas que tienen más riesgo de tener una gripe grave o complicada, que son las embarazadas, los mayores de 65 años o las personas que tienen alguna enfermedad crónica. Pero también las personas sanas que conviven con aquellos que más la necesitan, incluidos los niños. Porque los niños son el grupo de edad que más enferma. Aunque la enfermedad en ellos sea generalmente leve, muy similar a cualquier otro de los tantos virus que producen infecciones de vías respiratorias altas: los típicos resfriados o catarros, son la principal fuente de contagio de gripe para los adultos que están en contacto con ellos. Por este motivo en algunos países como EEUU se recomienda la vacunación de todos los niños, tengan o no factores de riesgo, vivan o no con personas de riesgo. Para evitar sobre todo la transmisión del virus.
Pero si el niño vive con sus abuelos, la mamá está embarazada o alguien en la casa tiene una enfermedad crónica, aunque el pequeño pase la gripe como un simple catarro, puede transmitir el virus a esa otra persona vulnerable, que sí tiene riesgo de enfermedad grave, por eso es tan importante que se vacunen.
Los niños también pueden ser candidatos a vacunarse si padecen alguna enfermedad crónica como enfermedades neurológicas, cardíacas o renales, diabetes o enfermedad celíaca, pero el grupo más importante es el de los niños asmáticos y aquí surge la controversia.
Según las guías de práctica clínica, el diagnóstico de asma requiere unas pruebas funcionales para demostrar que existe broncoespasmo, que es el síntoma que define la enfermedad. Estas pruebas son difíciles de hacer en niños por debajo de los 5 años. Sin embargo, muchos niños pequeños, incluso lactantes, tienen episodios de broncoespasmo cuando tienen un catarro (o una gripe), crisis que con el tiempo irán disminuyendo en frecuencia hasta desaparecer. Eso, en la práctica, hace que el tratamiento sea muy parecido al que se hace en el niño mayor con asma. Pero estos niños difícilmente habrán sido diagnosticados como asmáticos. Muchos médicos prefieren llamar a estos episodios “bronquitis espástica”, “sibilancias asociadas a virus” o simplemente “crisis de broncoespasmo”, evitando usar la palabra asma porque al final muchos mejorarán y dejarán de tener problemas. Pero estos niños serán también muy vulnerables al virus de la gripe, ya que si con cualquier virus respiratorio pueden presentar una crisis, con este virus es aún más probable. Por eso, estos pequeños que tienen una crisis de broncoespasmo cada vez que tienen un catarro de vías altas, un resfriado o una gripe deberían vacunarse como los niños mayores con diagnóstico de asma.
Tienes más información (y los enlaces a la información más actualizada) en la página del Comité Asesor de Vacunas de la AEP
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