Durante los primeros 6 meses de vida, la leche materna es suficiente tanto en calidad como en calidad para el correcto desarrollo del bebé, y posteriormente será también una parte muy importante de su dieta, aunque ya vaya tomando otros alimentos.
Esos otros alimentos que toma el bebé en su primer año de vida es lo que llamamos alimentación complementaria.
Que alimentos ofrecer, cuando y de que manera es lo que hace de este tema un motivo de consulta frecuente.
No existe una única manera de empezar con la alimentación complementaria. El que te diga lo contrario es que solo te está contando «su manera» de hacerlo. Aquí, quizás más de en otras parcelas, es cuando mas cierto es aquello de que «cada maestrillo tiene su librillo».
Tampoco los expertos hacen unas recomendaciones únicas, sino que se limitan a das unas normales generales en las que basarnos.
La OMS establece unas recomendaciones mínimas, que como veis no son nada específicas:
- Debe introducirse en el momento adecuado.
- Debe ser suficiente y para ello debe tener una consistencia y variedad adecuadas y debe ofrecerse en cantidad y con la frecuencia adecuadas.
- Los alimentos deben prepararse y administrarse en condiciones seguras.
Sobre estos puntos, los expertos en nutrición infantil (ESPGHAN) están de acuerdo en recomendar:
- Lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses
- Otros alimentos no antes de 17 ni después de 26 semanas de vida.
- Gluten, no antes de los 4 meses ni después de los 7 meses.
- El retraso de la introducción de alimentos potencialmente alergénicos como pescado o huevo no ha demostrado disminuir el riesgo de alergia.
- La leche de vaca no se debe usar hasta el año de vida como sustituto de la leche materna, porque no es una buena fuente de hierro, aunque se puede usar en pequeñas cantidades en la preparación de los alimentos.
- Los niños que reciban una dieta vegetariana deben recibir al menos 500 ml al día de leche materna o fórmula. No se recomienda una dieta vegana.
El momento adecuado (respetando las normas anteriores), es cuando el bebé quiera: cuando empiece a manifestar interés por la comida, se quede sentado sin problemas, sepa comer con la cuchara, intente alcanzar los alimentos con la mano, etc.
En cuanto a la consistencia será en forma de puré o trozos grandes (que pueda agarrar con su manito) de alimentos blanditos (que pueda triturar con la encía o aplastar con la lengua contra el paladar) El riesgo de atragantamiento es menor a partir de los 8 meses.
En cuanto a la variedad, puede tomar cualquier tipo de alimento que se adapte a lo que hemos comentado antes con ciertas salvedades. Los jugos gástricos del bebé son menos ácidos y esto tiene 2 consecuencias: favorece que los nitratos de ciertas verduras (Vegetales de hoja verde (espinaca, acelga, lechuga) remolacha y nabo) se transformen en nitritos, que son tóxico, y no es capaz de neutralizar posibles toxinas presentes en la miel natural, por lo que evitaremos su uso durante el primer año de vida.
La cantidad y frecuencia puede ser a demanda (y el niño comerá cuando tenga hambre) o intentando que se vaya habituando a la rutina de comidas de la familia, siguiendo un horario flexible.
La seguridad en la preparación y administración de los alimentos incluye normas de higiene básica (lavado de manos, refrigeración de los alimentos, etc), adecuar la consistencia y el tamaño de los alimentos a la capacidad del niño, etc.
En la próxima entrada, ideas de como poner en práctica estas recomendaciones.