Hace unos días un titular del New York Times llamaba mi atención. How to Hug During a Pandemic. Cómo abrazar durante la pandemia. Me resultó gracioso, pero leyéndolo con escepticismo primero y con un poco de tristeza después, al final he pensado que quizás no sea mala idea compartirlo con vosotros y comentaros algo sobre el asunto.
Ahora que las medidas de desescalada nos van permitiendo acercarnos un poco más a nuestros semejantes, podemos reunirnos con amigos, salir a pasear, incluso quedar a comer si mantenemos las distancias, pero ¿cuándo podremos abrazarnos, besarnos en la mejilla o al menos darnos la mano?
El contacto físico es necesario para el ser humano. Para el recién nacido es imprescindible para la supervivencia. Para los niños es importante para establecer un vínculo adecuado con sus cuidadores y para los abuelos es un soplo de aire fresco que no precisa justificación, aunque también la tiene, como veremos.
He titulado esta entrada Instrucciones para abrazar abuelos, porque creo que una de las cosas que más echan de menos los niños es abrazar a los abuelos y aunque parece que ya podemos, nos sigue dando mucho miedo que por un descuido acaben infectados por el coronavirus. Nos han dicho hasta la saciedad que las personas asintomáticas puede transmitir el virus sin saberlo, y que los niños pueden pasarlo muy leve o sin síntomas, así que tenemos la combinación perfecta. Nieto contagiado sin saberlo y abuelo vulnerable, la incertidumbre está servida.
Pero un abrazo nos hace falta. Nos cura el alma y es vital para la salud mental, incluso física. Un estudio de hace unos años encuentra que las personas mayores que tienen más apoyo social tienen menos infecciones respiratorias víricas y en parte este apoyo social se debe a que reciben más abrazos. ¿Traducido? Los abuelos que reciben más abrazos tienen menos infecciones respiratorias.
¿Pero cómo hacemos para que un abrazo no se convierta en un riesgo de contagio para los mayores?
En el artículo del New York Times que comentaba al principio, la periodista entrevista a una científica especialista en infecciones víricas que explica que no sabemos bien qué cantidad de virus es necesaria para que se produzca el contagio, pero se supone que se necesitan al menos unas 200-1000 copias del virus. Durante un episodio de tos se pueden expulsar entre 5000 y 10000 virus pero durante el contacto estrecho con una persona que tose solo un 2% de las partículas de la tos pueden acabar sobre la otra persona. Esto supondría unos 100 -200 virus, de los cuales solo un 1% tendría capacidad de infectar. Esto hace que las probabilidades de infectarse durante un abrazo sean mínimas, incluso si la persona enferma tose. Para minimizar los riesgos, los expertos entrevistados sugieren una serie de reglas.
- La distancia de seguridad de 2 metros debe mantenerse en todo momento hasta el abrazo.
- Las dos personas deben estar sanas, sin tos ni otros síntomas.
- Deben llevar mascarilla, salvo que sean niños muy pequeños, correctamente colocada cubriendo bien la nariz y hasta la barbilla.
- Elegir un lugar al aire libre para el encuentro.
- Acercarse a la otra persona rápidamente, sin hablar.
- Colocar las caras en direcciones opuestas.
- Intentar no tocar la cara de la otra persona con la mascarilla.
- Los niños pueden abrazar a los abuelos a la altura de la cintura o el pecho.
- Los abuelos pueden besar la cabecita de los nietos desde atrás.
- Lavarse las manos tras el encuentro.
Si todavía tienes dudas, no lo pienses más. Manteniendo unas sencillas precauciones los niños pueden volver a abrazar a los abuelos. ¿Nos cuentas tu experiencia?
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