Hace unos días, el conocido nutricionista Julio Basulto, me etiquetaba en este tuit, para pedirle a la Asociación Española de Pediatría que retirara su aval de unas galletitas especialmente dirigida a los niños, por su elevado contenido en azúcar.
Como me pareció una petición razonable, la compartí y animé a los pediatras en Twitter a compartirla igualmente.
Unos días mas tarde, el vicepresidente de la AEP, Antonio Nieto, concedía una entrevista en la cadena Ser (a partir del min 16:05)
En la cual venía a decir que la AEP no avala el producto, solo permite al fabricante que ponga su sello como entidad colaboradora con la AEP y que muchas empresas que fabrican productos infantiles colaboran con la entidad, gracias a lo cual se financian proyectos de investigación, formación, etc.
Además decía también que las galletas, no por tener mucha azúcar son intrínsecamente malas, sino que depende de las cantidades que se consuman, y que si una madre tiene que pelearse con el niño cada mañana para que desayune, es preferible que le de 4 o 5 galletas a que se vaya al colegio sin desayunar.
Esto generó un intenso debate en redes sociales.
Por un lado, los dietistas nutricionistas que se sintieron insultados (y con razón).
Aquí os dejo la reacción de un buen grupo, con sus comentarios.
Por el otro, los pediatra «de a pie» que nos quedamos un poco así
No cuestiono que se acepte la colaboración de cualquier empresa que lo desee para financiar la formación o la investigación, pero a nadie se le ocurriría poner el sello de «entidad colaboradora con la AEP» en un paquete de cigarrillos o en una bebida alcohólica. Hasta la Fórmula 1 tuvo que prescindir de la financiación de las potentes tabacaleras, en aras de la coherencia con la salud pública.
Ese sello es, desde mi punto de vista, lo mas importante en este momento. Aunque no ponga «avalado por la AEP» .El matiz no es relevante. Lo realmente importante es el sellito en cuestión.
Madres informadas me han dicho personalmente, al comentar sobre el tema, que elegían estas galletas en concreto y no cualquier otra, porque tenían el dichoso sello. No porque les interese colaborar con la financiación de la formación de los pediatras, sino porque creen que son mejores que cualquier otra galleta del mercado.
Y lamentablemente, si tenemos que «pelearnos» con el niño para que desayune, muy mal lo estamos haciendo. Porque está claro que no se tomará 4 o 5 galletas ocasionalmente, sino que se las comerá cada día. Cada día mamá se encargará de ganar la batalla y que se las coma.
Hoy serán 4 o 5 peleando, pero mañana, cuando llegue el estirón puberal, será medio paquete, y el otro medio por la tarde viendo la tele.
La alimentación infantil no es solo conseguir «peleando» que el niño se tome al menos unas galletitas para desayunar, sino educar para sentar las bases de una alimentación saludable.
En eso, el papel de los pediatras es importante, pero no podemos luchar contra la publicidad. Yo no receto galletas. Tampoco puedo ir por ahí diciendo «no vayas a darle muchas galletas»
Lo mínimo que puede hacer la sociedad científica que nos representa es apoyar nuestra labor diaria, y no torpedearla impunemente, como hace en este caso.