Vuelta al cole en tiempos de coronavirus

Los niños tienen que ir al colegio. Tienen que ir físicamente, de forma presencial. Por su educación pero también por su salud mental, pero ¿cómo hacerlo de forma que no se contagien? Vamos a ver qué medidas son necesarias para que la vuelta al cole sea lo más segura posible.

Está más que demostrado que el cierre de los colegios tuvo un impacto negativo en los niños. La interrupción de las clases propició el aislamiento social de muchos niños que en los casos más graves se acompañó de malos tratos, abusos, depresión o ideas suicidas.

El acceso desigual a la tecnología y las diferentes circunstancias familiares acentuaron las desigualdades en cuanto a la educación y las oportunidades.

Los niños tienen que volver a las aulas para asegurar, no solo la continuidad de la educación formal, sino también su estabilidad emocional. En clase se aprenden no solo contenidos académicos sino también a trabajar en equipo, a compartir, a ayudar y pedir ayuda, a seguir las reglas, a tolerar pequeñas frustraciones. A vivir en sociedad en definitiva.

Sabemos que los niños se infectan menos y sufren la enfermedad de forma más leve, pero no se sabe bien si transmiten mucho o poco el virus cuando son asintomáticos. Una de las primeras medidas que se tomaron para contener la epidemia fue el cierre de los colegios. Se suponía  que los niños iban a actuar de vehículo de contagio, pero nadie estaba muy seguro de que esto fuera así. Se trataba de un virus desconocido y se hizo lo que se suele hacer con otros virus respiratorios como la gripe. La medida funcionó pero dentro de un conjunto de medidas más amplias.

¿Hasta qué punto contribuyó el cierre de los colegios a la contención de la epidemia?

No se sabe a ciencia cierta, pero a día de hoy ya  se tienen algunos datos más.

Con la reapertura de los colegios en Corea se vio que los menores de 10 años transmiten menos el virus, pero los mayores de 10 lo hacen igual que los adultos.

En Florida, EEUU, 2 semanas después de reabrir los colegios, 9000 niños dieron positivo en los test de coronavirus.

En Reino Unido, se produjeron brotes, tanto más frecuentes cuanto más alta era la incidencia regional de la infección y el riesgo fue mayor para los profesores que para los alumnos.

En Europa el primer país en abrir los colegios fue Dinamarca. Lo hicieron cuando los casos estaban en descenso, disminuyendo el tamaño de los grupos, extremando las medidas de higiene aunque sin mascarillas, disminuyendo las horas de clases y permitiendo las clases online cuando las familias lo preferían.

¿Qué podría pasar en España?

Investigadores de la universidad de Granada hicieron unos cálculos matemáticos que nos deja bastante preocupados. Si calculamos una familia media de 2 adultos con una media de 1,5 hijos, en una clase de 20 niños, la mitad de los niños serían hijos únicos y la otra mitad tendría un hermano en otra clase. En este supuesto el primer día cada alumno estaría en contacto con 74 personas, el segundo día con 808 y el tercer día con 15000. Eso suponiendo que solo se relacionaran con sus compañeros de clase y con su familia. Si la ratio sube a las cifras habituales de 25 niños por clase estas cifras aumentan hasta 91 el primer día y 1228 el segundo. ¿Os imagináis la cantidad de afectados si uno de esos niños se contagia?

Pero estos son cálculos teóricos. Hay pocos datos  basados en situaciones reales. Lo más cercano es lo que se extrae del estudio Kids Corona realizado por  el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Recogieron los datos de casi 2000 niños en 22 campamentos de verano donde se hacían grupos burbuja, se usaba mascarilla y se procuraba el lavado de manos frecuente y las actividades al aire libre. Se identificaron 39 casos, 30 en niños y 9 en adultos, pero estas condiciones, sobre todo la permanencia al aire libre, no son las condiciones habituales de un colegio.

¿Qué proponen los especialistas?

La Asociación Americana de Pediatría sugiere que en preescolar se agrupen niños y adultos en grupos burbuja, priorizando el uso de espacios al aire libre y limitando las visitas al edificio. Sugieren que se puede intentar el uso de mascarillas y aclaran que limitar las interacciones sociales y el juego a estas edades no tiene sentido porque no afecta significativamente a la reducción del riesgo.

En primaria añaden la recomendación de usar mascarilla y distancia de seguridad de al menos 1 metro, mejor  2. Nuevamente a estas edades no parece necesario limitar la interacción social entre los niños ni el juego libre.

En España, La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria recuerda que la distancia física y el lavado de manos frecuentes son las medidas más eficaces, así como el uso de mascarillas a partir de los 6 años. Como mantener la distancia puede resultar difícil para niños pequeños proponen la creación de grupos estables de no más de 15-20 niños, entrada escalonada para evitar aglomeraciones, circuitos diferenciados para entrar y salir y priorizar las actividades al aire libre. También han publicado unos consejos para padres sobre cómo actuar si el niño está enfermo o qué hacer si empieza con síntomas en la escuela.

Estas recomendaciones coinciden aproximadamente con las que plantea el Ministerio de educación, que recomienda grupos estables si no se puede mantener la distancia de metro y medio, en general hasta 2º de primaria y mascarilla obligatoria desde los 6 años salvo que estén en un grupo de convivencia estable. Sin embargo lo más importante para evitar los brotes es que la transmisión comunitaria sea baja, y ahí no hay nada que los padres o los responsables de las escuelas puedan hacer.

¿Qué pueden hacer los padres?

Ante todo no llevar a los niños a la escuela si tienen algún síntoma, cumplir todas la normas que indique el colegio y predicar con el ejemplo. Los niños usarán correctamente la mascarilla, mantendrán la distancia y se lavarán las manos perfectamente si nos ven hacerlo.

Esta vuelta al cole será la más difícil que hayamos vivido hasta ahora, pero juntos lo conseguiremos.

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